Referencias

Por Jonás Berea (jonasberea@gmail.com)
https://jonasberea.wordpress.com/

referencias¿Quién no se ha dejado cautivar por un referente? ¿Quién no ha sido mitómano alguna vez? ¿Quién no se ha visto en alguna ocasión arrastrado a rendir culto a una “gran persona”?

Puede ser peligroso tener referentes y seguirlos, pero eso no quiere decir que sea negativo tener referencias. Una persona puede inspirarnos en un área de su forma de actuar, en unos hechos concretos de su vida. Está bien que sea así, pues ver cosas positivas en alguien nos permite comprender que aquello que deseamos en nosotros es posible. El problema es que cuando admiramos a una persona tendemos a idealizarla, a generalizar y a creer que es impecable en todo.

Y cuando falla (porque todo el mundo acaba equivocándose), lo disculpamos. Es algo que no teníamos previsto y nos cuesta asimilarlo. Y si no lo disculpamos, nos quedamos desorientados: “No esperaba yo que esta persona llegara a hacer algo así”. Difícilmente llegamos a aprender la lección de la falibilidad y precariedad de la condición humana.

Hoy en día es muy fácil seguir a gente interesante en las redes sociales. Estamos pendientes de su trayectoria porque en ella encontramos aspectos destacables: nos abre perspectivas, nos da ideas, nos ayuda a contrastar enfoques que proceden de otras fuentes. Seguir a alguien en las redes implica querer conocerlo o tenerlo en cuenta; pero eso no nos debería convertir en sus seguidores, en el sentido de adherirnos a su persona. Nunca debemos bajar la guardia y dejar de analizar críticamente cada mensaje, venga de quien venga.

Quizá para quien no tiene un guía trascendente es difícil resistirse a caer en la idolatría. Pero para el cristiano tendría que ser más fácil: somos seguidores de un único referente, Jesús, y sabemos que él no nos fallará en nada.

[Fuente de la imagen.]

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